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Territorio Del Sentir

Manifiesto del Sentir: Nacimiento de la Sentiesía

Hay quienes escriben poemas. Hay quienes los leen, los recitan, los lloran. Y hay quienes, como yo, se atreven a habitarlos.

El poema es un templo. El poeta, su sacerdote. Y la poesía, esa llama que arde sin consumirse, es la forma más pura de la emoción hecha palabra.

Pero yo no vengo a escribir poemas. Vengo a sentirlos hasta que me duelan. A tocarlos con el alma desnuda, a respirar sus olores como si fueran milagros que se aspiran. Vengo a robarle voz al poeta y letras a la poesía, no por irreverencia, sino por devoción.

Porque el sentir —ese vértigo que nos sacude por dentro— es, en mi visión, la cúspide de la sensibilidad humana. Más allá de la inspiración, más allá de la emoción, más allá incluso de la materia.

El sentir es el Everest del alma. Es al espíritu lo que el doctorado es al conocimiento: la más alta expresión de nuestra capacidad de percibir, de conmovernos, de ser tocados por lo invisible.

Y en ese vértice nace la sentiesía: una corriente que no se escribe, se respira. Una forma de arte que no se limita a la palabra, sino que la desborda, la desarma, la trasciende.

Quien practica la sentiesía es un sentieta: alguien que no teme exagerar, molestar, estremecer. Que abraza lo conveniente y lo inconveniente, lo humilde y lo extravagante, lo sencillo y lo exquisitamente elegante.

Yo, Jorge Medina Rendón, me declaro sentieta. Y desde hoy, me comprometo a escribir sentiarios: textos que no buscan agradar, sino conmover. Que no piden permiso, pero sí ofrecen disculpas por entrometerse en las tierras sagradas del poeta.

Porque si el poema es un altar, el sentir es la divinidad que lo habita.

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  1. La soledadEn su rincón la niña calla, sin saber que el silencio también puede florecer.
  2. La tristezaUn niño llora bajo el cielo gris, pero su lágrima riega un nuevo jazmín.
  3. El apoyoUn hombre cae, su fuerza se quebró, una mano amiga lo levantó.
  4. La alegríaLa risa de una anciana cruzó la estación, y un niño bailó sin explicación.
  5. La compasiónElla vio su herida y no preguntó, solo curó con lo que el alma le dictó.
  6. La solidaridadCuando el pan fue poco, lo partieron en tres, y el hambre se rindió ante su honradez.
  7. La honestidadEl niño confesó su pequeño error, y en su verdad brilló su valor.
  8. La caridadUn abrigo viejo cubrió a un vagabundo, y el frío se fue del mundo.
  9. La generosidadElla dio su tiempo sin mirar el reloj, y en cada minuto sembró amor.
  10. La no discriminaciónJugaban todos sin mirar color, porque el alma no tiene tono ni sabor.
  11. La aceptaciónÉl danzaba distinto, con otro compás, y todos aprendieron a amar su paz.
  12. El perdónElla lo miró con el alma en la voz: “Te perdono, porque yo también erré, mi amor.”
  13. El amorDos ancianos se tomaron de la piel, y el tiempo se rindió ante su laurel.
  14. La amistadUn niño cayó, su amigo esperó, y juntos rieron cuando se levantó.
  15. El abrazoSe abrazaron sin decir por qué, y el mundo entendió lo que no se ve.

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    1. La sonrisaElla sonrió al desconocido en el tren, y su día cambió sin saber quién fue.
    2. El besoUn beso en la frente, suave y sin temor, selló una promesa de eterno calor.
    3. El agarrar de manosManos pequeñas, manos de anciano, se unieron sin juicio, solo humano.
    4. La miradaSe miraron sin hablar, sin plan, y supieron que todo estaría bien, al final.
    5. El escuchar a otrosÉl habló del dolor que nadie vio, y ella escuchó hasta que el alma sanó.
    6. La pasiónElla pintó con fuego en su interior, y el lienzo ardió de puro ardor.
    7. El deseoÉl deseó un mundo más justo y real, y su sueño se volvió manantial.
    8. La contemplaciónUn niño miró el cielo sin hablar, y entendió que el alma sabe esperar.
    9. La fe en DiosElla rezó sin pedir, solo agradeció, y en su silencio Dios la abrazó.
    10. La pazUn hombre dejó su arma en el umbral, y la guerra perdió su ritual.
    11. La tranquilidad interiorElla cerró los ojos y respiró, y el mundo entero se aquietó.
    12. La éticaÉl eligió lo justo aunque dolió, y su conciencia lo bendijo en su honor.
    13. La esperanzaUna niña sembró un árbol sin razón, y años después, dio sombra al corazón.
    14. La ternuraUn abuelo peinó a su nieta con amor, y el tiempo se volvió canción.
    15. La humanidadTodos distintos, todos igual, unidos por el alma universal.